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Joseph de Maistre: la alargada estela de un pensamiento reaccionario


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El Congreso de Viena (1815) se celebró en esta ciudad austriaca con la intención de restaurar la Europa anterior a la Revolución francesa y las guerras napoleónicas. El protagonismo destacado correspondió́ a las principales potencias en ese momento: Austria, Gran Bretaña, Rusia, Prusia, y Francia: que habiendo perdido la guerra fue incorporada como gran potencia con la intención de restablecer la legitimidad monárquica en la persona de Luis XVIII. Las reuniones abarcaron desde el 18 de septiembre de 1814 hasta el 9 de junio de 1815. España ocupó un lugar secundario como potencia en franca decadencia.

Los objetivos del congreso fueron rediseñar las fronteras nacionales y asegurar un equilibrio de poderes entre las potencias europeas para conseguir la paz contra conflictos armados a gran escala. Se consagró el principio de intervención de las potencias, a fin de garantizar el orden restaurado y evitar nuevas revoluciones. Un objetivo esencial del congreso fue restablecer la legitimidad monárquica, la investidura divina de las cabezas coronadas: una forma de erradicar las adquisiciones del poder político por la fuerza o la conquista.

El año 1815, Congreso de Viena, marcó el punto culminante de la reacción absolutista y el intento de imponer sus tendencias, sus tradiciones y sus fuerzas. Pero la Revolución francesa no trastoca en vano las estructuras políticas y sociales de Francia, y de toda Europa. Las ideas revolucionarias se propagaron por todos los Estados europeos, incluso los más cerrados y aislados, adonde fueron llevados por las conquistas napoleónicas (Droz, 1978). El tiempo no es reversible, la aguja del reloj no va hacia atrás.

Esta labor de restauración del orden alterado necesitaba un sustento ideológico. Es cierto que la gestación de una cosmovisión, contrapuesta a los principios de la Ilustración, ya se había iniciado en las ultimas décadas del siglo XVIII. En el caso de España “existían en esos años (1770-1780) no ya un clima de difusión de las nuevas ideas, sino también uno de oposición por el que la Ilustración y sus corifeos aparecían como enemigos del orden y vagamente sospechosos de fines subversivos (Herrero, 2020, p.37).

El Congreso de Viena necesita y promueve ese pensamiento que cuestiona, reacciona y confronta los principios de la Ilustración y la Revolución francesa. Hasta tal punto están unidos reacción y revolución que sin una no hubiera existido la otra; tal pensamiento reaccionario contó con importantes figuras cuya estela de influencia, unas más que otras, alcanza hasta nuestros días.

En el mundo anglosajón destaca Edmund Burke (1729-1797) quien publica el 1 de noviembre de 1790 una crítica política cuyo título es Reflections on the Revolution in France, y constituyó uno de los ataques más conocidos a una Revolución que en esos momentos se encontraba en sus primeros años. Burke era más un liberal enfurecido que un reaccionario. Sus simpatías no están en modo alguno con la monarquía absoluta francesa, a la que reprocha su incapacidad de evolucionar y adaptarse a las circunstancias del momento: lo que podría haber evitado el estallido revolucionario. Las objeciones esencialmente liberales de Burke van hacia la violencia, sublevación y el desorden que previó como consecuencia de la Revolución (Ryan, 2021) .

Otra figura destacada de este pensamiento reaccionario es el francés Louis Gabriel, vizconde de Bonald (1754-1840) político, filosofó, escritor, ferviente católico, contrarrevolucionario, monárquico. Contrario a la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano y a todas las innovaciones políticas y sociales que había traído la Revolución. Isaiah Berlin recoge un comentario muy expresivo sobre el espíritu de este pensador contrarrevolucionario: “Como los papistas de la gran polémica medieval, Bonald sostenía que la única forma de gobierno apropiada para el hombre era la antigua jerarquía europea de Estados y corporaciones, es decir los tejidos sociales santificados por la tradición y la fe, en los que la máxima autoridad tanto secular como espiritual estaba en manos del vicario de Cristo, y los monarcas eran sus obedientes y devotos agentes”(Berlin, 2021, p. 29).

No obstante…el personaje más fascinante de esa doctrina reaccionaria es, desde mi punto de vista, Joseph de Maistre (1753-1821), escritor, teórico político, diplomático. Nacidó en el ducado de Saboya, que en esos momentos formaba parte del Reino de Cerdeña, era el mayor de los hijos del presidente del Senado, coqueteo con la masonería en su juventud, escribió su obra en francés. De Maistre se opuso con furor exterminador a la Ilustración, a la Revolución francesa, al dominio de la razón, al concepto de soberanía nacional, a cualquier forma de gobierno democrático, a la libre circulación de las ideas. Es sorprendente observar como a estas alturas del siglo XXI, en un entorno político y social totalmente distinto, su pensamiento reaccionario es objeto de controversia, diatribas, matizaciones, opiniones encontradas, en resumen: sigue teniendo actualidad.

Una de las valoraciones que me parecen más terribles del pensamiento de Joseph de Maistre es la inevitabilidad de la guerra: su consideración como algo consustancial al ser humano. Así́, en su obra Consideraciones sobre Francia dice textualmente: “La historia prueba desgraciadamente, que la guerra es el estado habitual del género humano en cierto sentido; es decir que la sangre humana ha de correr sin interrupción sobre la tierra, ya en un lugar, ya en otro, y que la paz, en cada nación no es más que una tregua (De Maistre, 1955). Horripilante sin paliativos, me niego a aceptar la inexorabilidad de ese destino maldito. Aunque los millones de muertos, desplazados y sufrimientos de las guerras habidas en el siglo XX nos planteé una necesaria recapitulación: en qué hemos fallado. Muy relacionadas con las tensiones y conflictos habidos en Europa esos años, España no es una excepción, tenemos nuestro propio baño de sangre de las cuatro guerras civiles del siglo XIX y XX, tres guerras carlistas y el conflicto bélico de 1936-1939, (además de la guerra de la independencia).

En el pensamiento reaccionario, y especialmente en Joseph de Maistre, late intensamente la desconfianza hacia las capacidades del ser humano, son visiones pesimistas de la vida, de la naturaleza, del mundo. El ser humano es miserable, corruptible, egoísta, contaminado hasta la médula por esa mancha que es el pecado original: la consecuencia lógica de esa percepción enfermiza es el ensalzamiento de la opción política autoritaria y dictatorial como sistema idóneo para la gobernanza de los pueblos: esa es la cura…y en tal sentido su pensamiento ha brindado cobertura a los autoritarismos, dictaduras y regímenes totalitarios de todo tipo.

Isaiah Berlin escribió́ un estudio titulado significativamente "Joseph de Maistre y los orígenes del fascismo". En este ensayo sostiene que Maistre está muy alejado de los ambientes bucólicos de la sosegada aristocracia terrateniente inglesa con la que se identificaba Burke, su mundo está pleno de una violenta obsesión con la sangre y la muerte (Berlin, 2021). Para Maistre la figura central de todo el orden social: el que hace posible la convivencia entre los hombres es el Verdugo, uno de los pasajes más famosos de su obra Las veladas de San Petersburgo están dedicados a esta figura (Berlin, 2021). Su lectura produce escalofríos. A los hombres hay que someterlos por medio del sufrimiento constante para que se den cuenta de su estupidez, su malicia y su desvalimiento. La guerra, la tortura, el sufrimiento forma parte de la suerte reservada a los seres humanos (Berlin, 2021).

Puede trazarse una huella que muestra el vínculo cercano de las teorías y mitos de la conspiración con el pensamiento reaccionario. En 1788 se publicaron en Berlín las Obras póstumas, que contenían la correspondencia de Federico de Prusia con grandes pensadores ilustrados: Voltaire, D'Alembert, Diderot y otros. Las cartas, que no estaban dirigidas al publico, tienen partes francamente antirreligiosas y antieclesiásticas. En ellas estaban, por fin, las pruebas tangibles de la conspiración impía: los conjurados a los que hay que eliminar (Herrero, 2020).

El precursor del mito reaccionario de la conspiración es el jesuita italiano Luiggi Nozzi quien publica un libro en 1791 titulado Proyectos de los incrédulos, sobre la destrucción de los regulares y la invasión de los bienes eclesiásticos, descubiertos en las obras de Federico el Grande, rey de Prusia; medio principal que adoptaron para acabar con la religión católica. En este Texto se denuncia la intención de los conspiradores de acabar con las estructuras sociales, la religión, aniquilar todo dogma, establecer el ateísmo o el deísmo: en suma, destruir la sociedad y la monarquía. La obra tuvo un éxito absoluto, se tradujo a todas las lenguas europeas, y será una de las fuentes en la elaboración del pensamiento reaccionario ((Herreros, 2021.

Este mito de la conspiración ha tenido una variada tipología de culpables: jansenistas, masones, judíos, etc. y ha calado con consecuencias trágicas en la Europa del siglo XIX y XX; incluso en la actualidad forma parte de las herramientas del populismo político.

Joseph de Maistre, no podía ser menos, también tenia perfectamente localizados sus enemigos, los conjurados a los que había que exterminar y que, en resumen, son todos los que arrojan polvo a los ojos de los hombres: los enemigos del orden (Berlin,2021) y de la civilización. La lista no es corta: alborotadores, subversivos, protestantes, jansenistas, deístas, ateos, masones, judíos, científicos, demócratas, jacobinos, liberales, utilitaristas, anticlericales, igualitaristas, materialistas, idealistas, juristas, periodistas, reformadores seculares, intelectuales, los que depositan la fe en la razón individual o en la conciencia del individuo, los que creen en la libertad individual o en la organización racional de la sociedad, reformadores y revolucionarios (Berlin,2021). En el siglo XIX ya se “Reúne por primera vez, y con precisión, la lista de los enemigos del gran movimiento contrarrevolucionario que culminó en el fascismo” (Berlin,2021, p. 54).

La influencia de Joseph de Maistre en el pensamiento reaccionario español está fuera de toda duda. La llegada de los postulados revolucionarios a España encuentra un ambiente intelectual incapaz de poner resistencia a la vitalidad y seducción de las nuevas ideas. El pensamiento de Joseph de Maistre dará́ munición y argumentos a los defensores del absolutismo para contrarrestar el influjo del pensamiento liberal (Fornes Murciano, 2015). Se ha considerado que la primera recepción del pensamiento de Joseph de Maistre en España se ha producido en el carlismo. “Según esta tesis, en un primer momento el carlismo resultaría un movimiento fundamentalmente legitimista y absolutista, pero no poseería una doctrina política coherente ni suficientemente desarrollada, de forma que tomaría del tradicionalismo francés, y especialmente del conde de Maistre, las bases teóricas sobre las que desarrollar un constructo ideológico mínimo “(Fornes Murciano, 2015, p. 208).

El pensador de referencia para el pensamiento reaccionario español es de manera destacada Juan Donoso Cortés, (1809-1853), filosofo, parlamentario, político y diplomático. La influencia de Joseph de Maistre sobre Donoso Cortes es indiscutible. En 1886 el Cardenal Zeferino Gonzáles, (fue Obispo de Córdoba, Arzobispo de Sevilla y de Toledo), publica el tomo IV de su Historia de la Filosofía, donde afirma que “Donoso cortes es el De Maistre español, que quiere volver la Europa y el mundo á Dios, del cual vienen separándose más y más, y cayendo por ende de abismo en abismo” (González, 1886, p. 456). El pensamiento de Donoso Cortes participa igualmente de esa visión pesimista, corruptible, contaminada del ser humano y, por supuesto, justifica la opción política autoritaria como mejor forma de gobierno. La necesidad del uso de la violencia para frenar la revolución y el caos. Presupuestos todos estos que han tenido y tienen su presencia en nuestro país.

Como reflexión final podemos sostener que en el pensamiento reaccionario español ha tenido una gran influencia de pensadores extranjeros; lo que deja en entredicho su carácter genuinamente español. Javier Herrero, en una magnifica obra publicada por Cuadernos para el Dialogo en el año 1971 y reeditada recientemente, estudia los primeros orígenes del pensamiento reaccionario español, y muy gráficamente afirma que el llamado pensamiento tradicional español: ni es tradicional ni es genuinamente español, se nutre de las ideas europeas que se enfrentan a la Ilustración y a la Revolución (Herrero, 2020).

Referencias Bibliográficas:

Berlin, I. 1909-1997. (2021). Joseph de Maistre y los orígenes del fascismo. Página Indómita.

de Maistre, J. (1955). Consideraciones sobre Francia. Ediciones Rialp, S.A.

Droz, J. (1978). Europa: Restauración y Revolución: 1815-184. Siglo XXI.

Fornes Murciano, A. (2015). Ortodoxia y heterodoxia en la filosofía de Joseph de Maistre. Sus antecedentes y sus huellas en el pensamiento contrarrevolucionario español (1833-1936), Tesis Doctoral, Universitat Ramon Llull, http://www.tdx.cat/handle/10803/298173

González, Z. (1886). Historia de la Filosofía: Vol. Tomo IV (Segunda edición). Agustín Jubera.

Herrero, J. (2020). Los orígenes del pensamiento reaccionario español. Prensas de la Universidad de Zaragoza.

Ryan, A. (2021). De la política II: desde Hobbes hasta hoy. Tirant Humanidades.

 

Nació en Las Palmas de Gran Canaria en el año 1955, doctorando por la Universidad de Extremadura; vicepresidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoría Masónica de Canarias; ha sido letrado, profesor de español como lengua extranjera y delegado de protección de datos en la administración pública.

Es coautor de libro publicado en Editatum: Masonería, Todo lo que siempre has querido saber sobre esta institución; también coautor del libro publicado en Editatum: Big Data, Inteligencia Artificial y Futuro.