Una buena de-construcción sobre ‘la violación de Lucrecia’
- Escrito por Manuel Espin
- Publicado en Cultura
El Teatro de la Zarzuela escenifica la música de José de Nebra bajo un libreto de Rosa Montero Manuel Espín La leyenda de Lucrecia tiene más de dos milenios de vida, surge en el Imperio Romano, y transita por autores como Tito Livio, Shakeaspeare o Benjamin Britten, dando lugar a poemas, óperas, tragedias teatrales y lienzos como el de Rembrandt. En su esencia: dos amigos hablan sobre la fidelidad de sus esposas, y uno cita las virtudes de la suya hasta despertar en el otro el deseo de violarla. Cuando la acción se ejecuta, Lucrecia, la esposa ultrajada, se suicida para salvar el honor del marido. Una de las obras basadas en esta historia es 'Donde hay violencia no hay culpa' de José de Nebra, músico de la España del XVIII cuya obra es un tesoro a la altura de Vivaldi y los grandes del barroco y merece la máxima reivindicación en nuestros días.
'La violación de Lucrecia' se recuperó en época actual en versión de concierto; ahora lo hace en la escenificada. El nuevo libreto creado por Rosa Montero, sobre cantables originales de Nicolás González Martínez, de-construye el personaje, a través de dos 'Lucrecia': la de la época y el espíritu del personaje dos milenios más tarde, cuando la sociedad ha adquirido otra perspectiva sobre las mujeres y la igualdad de género es un principio inexcusable. La actual 'Lucrecia', interpretada con gran soltura por la actriz Manuela Velasco analiza la situación y contrasta al personaje entre dos épocas bajo perspectiva didáctica. Aquella era una mujer patrimonio del padre y del marido, apenas un objeto material, que ocupaba el tiempo en tejer -Montero ironiza en torno al mito de Penélope- y sobre la que los hombres deciden.
El desenlace de la historia del mito, con el suicidio de la protagonista para salvar la honra del esposo, necesita ser reescrito: es inaceptable que tras ser violada podamos contemplar hoy el sacrificio y autocastigo de la victima de la violencia de género, y no el de su causante. No es la víctima quien tiene que pedir perdón a la sociedad, bajo un enfoque donde Rosa Montero va más allá del acto sexual y afirma con rotundidad que tras la violación y la violencia de género subyace una demostración de poder.
En este juego pasado-presente aparece una doble visión sobre las Lucrecia, encarnadas por Velasco (actriz) y la gran María Hinojosa Montenegro (soprano), alrededor de quienes se mueven los otros personajes encarnados por primeras voces femeninas de la lírica española: Carol García en el papel masculino de 'Colatino' el esposo, Marina Monzó ('Tulia'), y Judith Subinana ('Laureta'). Con la omnipresencia en escena y el trabajo de un actor, Borja Luna, que como 'Sexto', representa al patriarcado y la masculinidad tóxica. Entre todos, cantantes y actores, se desarrolla un excelente juego escénico con intercambio de roles y momentos de enorme tensión dramática y lírica.
El carácter excepcional de esta producción que de forma lamentable solo estará unos pocos días en cartel (hasta el 1 de abril) lo aporta tanto el trabajo musical como la concepción escénica. el joven director coruñés Alberto Miguélez Rouco es un experto en la obra de José de Nebra y en el barroco, y su trabajo al frente de Los Elementos, como director musical es todo un espectáculo. Miguélez que en paralelo desarrolla una buena carrera como contratenor, aquí toca personalmente varios instrumentos, incluido clave y castañuelas, y su trabajo al frente de la batuta es apasionante. Sobre una partitura que deja al oyente extasiado por su belleza y magnificencia.
Queda por anotar una referencia fundamental en torno al trabajo de Rafael R. Villalobos como director teatral. Este sevillano de 36 años va camino de convertirse en celebridad mundial y en uno de los artistas e intelectuales españoles de peso. Su último trabajo visto en Madrid, el pasado septiembre sobre 'Orpheé' de Phillip Glass exhibía magia con un mínimo de elementos escénicos. Meses atrás dirigió su original y controvertida 'Tosca' ;donde la ópera original se cruzaba escenicamente con el mundo de Pasolini y su película 'Saló', representada en Bruselas, Montpellier, el Liceo de Barcelona y dentro de muy poco en La Maestranza de Sevilla.
En 'La violación de Lucrecia' ofrece un riquísimo muestrario de propuestas escénicas, lleno de detalles salpicados de anacronismos matizados (como 'Sexto' fumando y esnifando) sobre un decorado de Emanuele Sinisi no solo bello sino eficaz desde el punto de vista de la historia; y algo muy habitual en los trabajos de Villalobos, un gran tratamiento de las iluminaciones en este caso a cargo de Felipe Ramos, que dan cuerpo a las situaciones dramáticas de la historia. Villalobos diseña el vestuario, en este caso atemporal y descontextualizado marcando estilos distintos entre personajes.
Lo que hace especialmente destacable esta recuperación de una partitura que deja al espectador envuelto en fantásticas sensaciones es lo bien que funciona el conjunto y la maquinaria de la producción, con elementos que proceden de disciplinas y espacios muy distintos, donde pese a que la partitura se ofrezca completa, sus dos horas y media se hacen cortas. Sin lugar a dudas esta recuperación de la obra de Nebra no ha podido caer en mejores manos, y aparece entre los mejores espectáculos líricos del año. Por cierto: el jueves 30 en directo y con posterioridad, la representación puede ser vista en 'streaming' de forma gratuita desde la página de La Zarzuela y sus redes sociales.
Manuel Espin
Doctor en Sociología y licenciado en Derecho, CC Políticas y CC de la Información es escritor de ficción y no ficción, periodista y autor audiovisual para cine y tv.
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