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‘Dungeons & Dragons’. ‘Honor entre ladrones’ (2023): magia, épica, acción... y humor


(Tiempo de lectura: 2 - 4 minutos)

El juego de roles aparecido en 1974 ha tenido más vidas (y formas de explotarse) que transformaciones de sus reptiles a rapaces, y a lo largo de su medio centenar de años de existencia se ha ido reinventando, de juego de mesa a serie de televisión ('Dragones y mazmorras', en la versión española), merodeando por una rentable serie b) de andar por casa.

En un golpe de efecto 'D&D' reaparece como producción de dilatado presupuesto, impecable diseño de producción, y nuevo concepto de la mano del director-guionista John Francis Daley y del codirector Jonathan Goldstein, en una aventura que combina épica post-medieval, extrema acción donde no se ve ni una gota de sangre, magia, y humor. Con un endiablado ritmo camino de eso que se ha llamado convencionalmente la 'película familiar', y que no tiene necesariamente que derivar en la blandura ni en el tópico, porque hoy 'familias hay muchas', incluso las del grupo humano que encabeza esta historia endiablada en todos los aspectos.

Hay varios contenidos de esta catarata de aventuras que dan para muchos comentarios. Empezando por el carácter casi coral de la historia, donde el viejo 'héroe/antihéroe' queda totalmente difuminado sin perder su esencia de polos opuestos. El personaje masculino (Chris Pine) solo mantiene del héroe épico de antaño como 'El Príncipe Valiente', 'El Capitán Trueno' o 'El Guerrero del Antifaz', que el tupé no se le cae en ningún momento, pero es un tipo dubitativo, que se arrepiente y se sabe consciente de sus equivocaciones y errores aunque llegue a reírse de si mismo, y por si fuera poco -algo en otra época algo imposible- no lleva el peso de la acción física, en este caso sostenida con frenesí por el personaje femenino de 'Holga' (Michelle Rodríguez) ,una atlética luchadora con la que no mantiene relación de pareja. En todo el dilatado metraje de la película no aparece un solo beso entre 'chico/chica' y él único apunte de relación entre el joven mago 'Simón' (Justice Smith) y la mestiza entre elfo y humano (Sophia Lillis) es una hipótesis en el aire.

El retrato de los personajes de ´heroe' y 'malvado' adquiere un tono distorsionado. 'Xong' (René-Jean Page) es un rígido, serio y tonto paladín, que se desenvuelve como un pavo real con una tremenda falta de ridículo, molesto porque sacan punta a sus palabras, estirado como una palmera y presumido; mientras el teórico taimado de la historia (Hugh Grant) es un estúpido, vanidoso, codicioso e idiota que se vanagloria entre risas constantes de su poder y riqueza; y en cierta medida ambos vienen a ser las caras de la misma moneda.

El mayor acierto de este aluvión de épica fantástica donde no hay ni un ápice de 'gore' -no se ve ni una gota de sangre, pese a que en cada escena hay estrépito y acción- es la constante presencia de un humor, que siendo irónico no cae en la parodia. Cuando el 'prota' y 'Holga' van a ser decapitados se interesan por el aceite con que su verdugo limpia el hacha. Con secuencias muy bien desarrolladas desde el punto de vista del guion y la realización como la del interrogatorio a los muertos del cementerio que podría pertenecer a un filme de los Hermanos Marx o al teatro del absurdo.

Por el contrario, las situaciones más teoricamente inexplicables están tratadas desde una perspectiva normalizada, como el hombre de reducido tamaño cuya pareja femenina le dobla, o el constante recurso a las transformaciones y golpes de efectos mágicos para salir de apuros a los que recurren los personajes del tronco central de este relato casi coral.

Para acabar con un escenario insólito en los argumentos medievales: un circo romano que encierra un laberinto lleno de monstruos del que los protagonistas deben escapar como una parte del juego que en su origen fue esta historia. Y el anacronismo de un globo Montgolfier que aparece en un relato de idas y vueltas, acumulación de tramas y pintorescos tipos (como el tatarabuelo) pero en el que no se pierde el sentido del tiempo.

El salto de 'D&D', un juego de mesa de hace cincuenta años, a la serie a) y la megaproducción funciona como un espectáculo de imaginación nada convencional en pleno cruce de géneros, al que que hay que augurar una continuidad si los números de esta entrega responden. En lo que parece el inicio de una nueva saga cinematográfica, como en su origen lo fueron 'Superman', 'Batman' o 'Spiderman', nacidos en el universo de la serie b) que pegaron el salto a la gran producción.

Doctor en Sociología y licenciado en Derecho, CC Políticas y CC de la Información es escritor de ficción y no ficción, periodista y autor audiovisual para cine y tv.