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Los socialistas y la adecuación a la nueva situación en enero de 1976


(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

Comenzando el año 1976 los socialistas plantearon la necesidad de adecuarse a la nueva época que comenzaba, partiendo del hecho de que tenía que basarse en la voluntad popular.

Para ellos, la política en España se había ejercido entre dos sectores antagónicos: el poder y la oposición. En el poder habían estado los distintos gobiernos entre 1939 y 1975, representando los intereses de grupos diversos, pero siempre unificados en la defensa de un status de privilegio, derivado del triunfo en la guerra civil. Pero el esquema se había quebrado en noviembre de 1975. Muerto el dictador los “más avisados elementos de la derecha española” habrían comprendido que debían emprender algunos cambios para que no desapareciera del todo un régimen sostenido durante años por la violencia y el engaño. Así se interpretaba la denominada “operación Fraga-Areilza-Garrigues”. Así pues, se anunciaban intenciones democratizadoras, incluso aludiendo al sufragio universal. Pero las Cortes reaccionaron contra el Gobierno al vislumbrar que toda participación ciudadana implicaba la drástica limpieza de los “estafadores y corrompidos procuradores”.

Por otro lado, estaría la oposición. Los años terribles en los que la oposición había padecido la opresión del régimen no habrían pasado en balde. Pues bien, los socialistas interpretaban que las concesiones que el poder anunciaba no eran gratuitas sino el fruto del combate permanente de esa oposición. Esa lucha había generado que la derecha se había visto forzada a contar con sus enemigos de la izquierda, es decir, desde el PSOE se interpreta que la oposición estaba siendo fundamental en los cambios que se estaban comenzando a realizarse.

Pero si el poder cambiaba de táctica, los socialistas pensaban que había que hacer lo propio, pero no como un ejercicio mimético, sino para adecuar los medios de lucha.

Los socialistas pensaban que la izquierda se iba a encontrar con una doble dificultad si la vida política y social comenzaba a “normalizarse”. En primer lugar, debía potenciar su actividad en los nuevos márgenes que consiguiese, y en segundo, modificar sus métodos. Salir de la clandestinidad ofrecía, lógicamente, muchas posibilidades, pero también exigía una capacidad de adecuación política a las nuevas condiciones. En una palabra, el trabajo en una especie de normalización no podía ser igual que la lucha desarrollada en lo que los socialistas denominaron las “catacumbas”.

Así pues, el PSOE tenía que renovar los métodos y potenciar la lucha.

Otro peligro de la nueva etapa era la proliferación de grupos oportunistas que pretendían presentarse como “salvadores de la patria” ante el pueblo. Se escondían bajo grandes pronunciamientos de izquierda, pero actuaban como oportunista de derechas. Esta afirmación tendría que ver con lo que en otros trabajos hemos estudiados sobre las críticas socialistas a los que se presentaban con esa denominación o la de socialdemócratas.

Doctor en Historia. Autor de trabajos de investigación en Historia Moderna y Contemporánea, así como de Memoria Histórica.

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