La fuerza de las mentalidades y el nacionalismo radical
- Escrito por Eduardo Montagut
- Publicado en Historalia
En la época de la paz armada los estados de ánimo colectivos influyeron de forma decisiva en el camino hacia la guerra. Las políticas de armamento, emprendidas por las potencias en una verdadera carrera de armamentos, fueron el resultado de la tensión, pero a su vez contribuyeron a agravarla. Los ejércitos de los principales países crecieron de forma considerable.
Para conseguir que los parlamentos y la opinión pública aceptasen el aumento del gasto y las cargas militares, los gobiernos y estados mayores insistieron en el peligro de la guerra. La prensa, el principal medio, fue el vehículo donde se insistió en el riesgo y se llenó de consignas patrióticas. El caso alemán fue el más evidente, donde los periódicos y las asociaciones germanistas glorificaron la guerra. Aunque este fenómeno también se dio en las democracias más asentadas, como la francesa o la británica, es cierto que en estas sociedades abundaron más las actitudes pacifistas o críticas hacia la creciente violencia.
El nacionalismo, una fuerza nacida en el siglo anterior, llegó a su culmen en con el nuevo siglo, radicalizándose, tanto en aquellos lugares donde luchaba por conseguir formar Estados, especialmente, en los Balcanes, como en los Estados consolidados. El nacionalismo alemán era fuertemente expansivo, mientras que en Francia alimentaba el revanchismo.
La fuerza del nacionalismo no debe ser tenida como un factor secundario en el estallido de la Gran Guerra porque había calado tan hondo que las opiniones públicas, con algunas excepciones, aceptaron con un entusiasmo casi delirante el estallido de la guerra, especialmente en aquel vertiginoso verano de 1914, incluyendo a las capas populares y obreras donde, en principio, tenía que haber triunfado el pacifismo del internacionalismo socialista.
Eduardo Montagut
Doctor en Historia. Autor de trabajos de investigación en Historia Moderna y Contemporánea, así como de Memoria Histórica.
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