Richard F. Burton. Su Vida. II
- Escrito por Emilio Alonso Sarmiento
- Publicado en Historalia
En la India, al capitán Burton, debido a sus raras creencias y a sus extrañas prácticas, sus colegas y oficiales, de la Honorable Compañía de las Indias Orientales, le calificaron de “negro blanco” y, le motejaron de “malvado Burton”. A edad muy temprana, aprendió a guardar para sí, ciertas opiniones e intereses, hasta llegar a ser un consumado maestro, en una práctica de los musulmanes shiíes, denominada “taqiya” – es decir, el disimulo o el ocultamiento – a tenor de la cual, las creencias religiosas propias del individuo, se mantiene ocultas frente a todos los demás. Tuvo además su faceta menos agradable que, por desgracia, salió demasiadas veces a la luz pública y, es que podía llegar a mostrarse exacerbadamente intolerante, para con otros hombres, así como brutalmente sarcástico, reflejando, hasta extremos insospechados, los prejuicios populares contra los negros, los judíos o los asiáticos. Ahora bien, comprendió a la perfección, los perniciosos efectos que iba a producir la occidentalización, entre las diversas poblaciones indígenas y, advirtió en reiteradas ocasiones acerca de esta amenaza, aparte de mostrar una enorme simpatía por la raza árabe en general y, en particular por los habitantes del desierto, que denominamos con excesiva vaguedad, beduinos.
La vida adulta de Burton transcurrió, en una incesante búsqueda, en pos del conocimiento secreto, que él mismo calificó genéricamente de “gnosis”, mediante el cual aspiraba a desvelar, la auténtica fuente de la existencia y, el sentido del papel que había de desempeñar en la tierra. Esta búsqueda le condujo a investigar la cábala, la alquimia, el catolicismo romano, una casta hindú de las más arcaicas que existen – llamada “de las serpientes” – así como la Vía erótica denominada “tantra”, tras lo cual sondeó en las profundidades de las creencias sijs y, probó diversas variantes del islamismo, antes de optar definitivamente por el “sufismo”, una disciplina mística que desafía todo calificativo, tendente a la simplificación. Practicó, con más o menos fidelidad, las enseñanzas sufíes durante el resto de su vida, constantemente en pos de las cumbres místicas, que se mantienen inaccesibles para todos los humanos, salvo para un puñado de elegidos, que los musulmanes definen como Insan-i Kamil, el Hombre Perfecto, que ha logrado alcanzar la más hondas meta espirituales.
Burton erigió a su alrededor una muralla tan formidable, sobre todo mediante la “taqiya”, que sus intereses religiosos han sido prácticamente ignorados. Pasó varios años en medio de una secta shií, los ismaelíes, que fueron un movimiento mesiánico en otro tiempo formidable, cuyos excesos en el pasado dieron al mundo, entre otros frutos, la palabra “asesino”. Sin embargo, su compromiso más sensato y prolongado a lo largo de su vida, con las enseñanzas del sufismo, merecería un estudio más pormenorizado. Burton fue el primer occidental, que escribió para el público en general, acerca del sufismo. El Islam preside los escritos que salieron de su pluma, durante los últimos 15 años de su vida; hizo además varias afirmaciones en tono elegíaco, acerca de lo que él llamaba “la Fe Salvadora”, que hoy en día no pueden pasarse por alto.
Aun entonces, descubrió otros intereses esotéricos, que iba a dedicarse a investigar: el espiritismo, la teosofía, las doctrinas de Hermes Trismegisto e, incluso, la percepción extrasensorial (por cierto, fue el primer autor en emplear la locución “percepción extrasensorial”). Se mostró burlón y escéptico, sobre todo en lo que atañe a la religión organizada y, se debatió de continuo, con el problema de la existencia de Dios.
Pues eso.
(Continuará)
Emilio Alonso Sarmiento
Nacido en 1942 en Palma. Licenciado en Historia. Aficionado a la Filosofía y a la Física cuántica. Político, socialista y montañero.