La revista “Octubre”, un artículo de Cesar Muñoz Arconada y la poderosa fuerza del recuerdo
- Escrito por Antonio Chazarra Montiel
- Publicado en Historalia
Un fantasma recorre Europa,
el mundo.
Nosotros le llamamos camarada.
Rafael Alberti (De un momento a otro)
En los años treinta del pasado siglo, nuestro país vivió uno de sus escasos momentos luminosos en las dimensiones cultural, educativa y científica. En literatura, sin ir más lejos, irrumpe la Generación del 27, dando lugar a lo que se ha definido como Edad de Plata de la poesía.
Nuestro país que había permanecido, largo tiempo aislado de Europa, se abría al mundo. Se conocía y se estaba al tanto de los progresos científicos, de las corrientes de pensamiento y de las formas de vida de los países europeos de nuestro entorno.
El auge de los totalitarismos, especialmente la amenaza del fascismo y del nacional-socialismo, truncaron lo que se ha dado en llamar ‘los felices veinte’.
El Golpe de Estado de los militares africanistas quebró, de forma brutal, las reformas de la Segunda República, los aires de cambio de los sectores más inquietos de la sociedad y hundió, por muchos años, una democracia parlamentaria que tantos esfuerzos había costado instaurar.
La dictadura franquista arrasó todo lo que estuviese relacionado con los valores y las ideas, no sólo de cambio social sino de laicidad, derechos y, en definitiva, de vivir en un régimen presidido por los principios y valores democráticos.
Desde el final de los años 20 y hasta el fin de la Guerra Civil, hubo una enorme diversidad de revistas, que con un enfoque plural, venían a poner de relieve el ímpetu de una juventud que quería vivir de otra forma, conviviendo en libertad, vinculándose a las vanguardias e incorporándose a la modernidad. Parecía que ‘el invisible muro’ que nos separaba del europeísmo iba a derrumbarse. Lamentablemente, no fue posible.
Este clima social de convivencia y modernidad se fue envenenando progresivamente. El odio fue ganando terreno a la concordia y, como sucede tantas veces, dio lugar a una violencia que fue creciendo paulatinamente.
El resentimiento, casi siempre, presenta una faz tenebrosa. El cinismo hace su aparición y va corroyendo la conciencia moral… dando paso al nihilismo. En definitiva, la cohesión social y la esperanza en un futuro, en el que la democracia gane enteros…, se va desvaneciendo.
Eran legión, sin embargo, revistas y publicaciones que la mayoría de compatriotas desconocen, ya que fueron confiscadas, perseguidas, ‘borradas del mapa’ o quemadas en público en los primeros tiempos de la dictadura, como si de un auto de fe cultural se tratara. Una de estas revistas fue “Octubre” en la que colaboraron escritores y artistas de izquierdas.
Su director e impulsor fue Rafael Alberti. Aparecieron seis números: desde junio-julio del 33 hasta abril del 34. Su sede estaba en la calle Marqués de Urquijo, domicilio de Rafael Alberti y María Teresa León, donde anteriormente se ubicaba el taller de Zuloaga.
En el grupo promotor, junto a Rafael y María Teresa, figuraban Emilio Prados y César Muñoz Arconada, que en cierto modo actuaba como el ideólogo del grupo. Es interesante constatar que tenía un contenido, nítidamente antifascista y antiimperialista, una crítica al reparto colonial practicado por el imperialismo, así como un ensalzamiento de la Unión Soviética, aparte claro está, de las colaboraciones literarias.
Fue una revista muy bien presentada y cuidada. Se utilizaba el papel couché por ser el más adecuado para insertar las abundantes fotografías, añádase a esto que su precio era asequible porque los propios impulsores contribuían generosamente a que los números salieran a la calle.
Fue una revista inequívocamente de izquierdas, vinculada a lo que se dio en llamar, la visión dialéctica de la historia. No faltaban, sin embargo, numerosos artículos sobre cine y teatro proletarios.
En el elenco de escritores, intelectuales y artistas cuyas firmas aparecían en sus páginas, quiero referirme a vuela pluma, a César Muñoz Arconada, Ramón J. Sender, Serrano Plaja, María Teresa León, Rosario del Olmo, Pedro Garfias, Luis Cernuda… entre los escritores extranjeros destacan los rusos, con colaboraciones de Máximo Gorki y Cornelius Zelinski, entre otros muchos.
Voy a detenerme en un ensayo de César M. Arconada, aparecido en el número doble (4 y 5 – octubre-noviembre de 1933) y que lleva el expresivo título de “Breve homenaje a Carlos Marx”.
Sobre el viejo de Tréveris, se han vertido ríos de tinta. El stalinismo lo canonizó convirtiendo su pensamiento en cartón piedra. El marxismo heterodoxo, donde merecen destacarse Antonio Gramsci y Leszek Kolakowski lo revitalizaron otorgándole nuevas perspectivas e interpretaciones y contribuyeron a rescatarlo de ‘las garras del stalinismo’.
César M. Arconada en buena medida fue un marxista ortodoxo, mas sus ideas y planteamientos son originales, difíciles de encasillar y hoy resulta sugestivo enfrentarse a sus textos.
Arconada del que hablaremos a continuación, es un excelente prosista y eso deja su impronta en sus análisis. Es brillante cuando afirma que Marx ha dejado tras de sí “un reguero de cálidos gérmenes bulliciosos”. Sostiene que los hombres hacen la historia en la medida en que la historia los hace a ellos.
Para él las ideas de Marx son un razonamiento vital de verdades históricas, de realidades en marcha hacia su desarrollo. Es una visión no sólo amplia, sino inconclusa, no realizada, abierta, que contrasta con el planteamiento marxista ortodoxo, cerrado y, por tanto, no sujeto a interpretaciones sino sólo a exégesis.
Es atractivo y curioso que sitúa entre los antecesores de Marx a Erasmo de Rotterdam y a J.J Rousseau. El primero, criticó el ‘Estado teológico medieval’. Del ginebrino, destaca su “Contrato Social” que adelanta la visión del Estado liberal, así como los derechos individuales y el papel que otorga a la educación como instrumento de cambio social.
De Marx considera que a través de la economía política, posibilita una nueva y potente orientación a la visión dialéctica de la Historia.
Karl Marx es un crítico demoledor del capitalismo. Estudia su estructura, desarrollo y de forma especial sus contradicciones. Arconada ofrece un enfoque más que interesante. La investigación no es un fin en sí mismo, sino un medio, un instrumento que tiene consecuencias posteriores para transformar la realidad.
Es, asimismo, interesante la idea de César M. Arconada de que Marx pretende luchar y crear, al mismo tiempo. Quizás por eso, el materialismo histórico ha de englobar economía, filosofía, historia y otras ciencias concomitantes. Aplica, como es sabido, la dialéctica hegeliana a la época en que vive.
Las ideas de Marx formaban parte del aire que se respiraba. La líder socialista Rosa Luxemburg, sobre cuyo pensamiento nos ha legado una visión certera e inequívocamente democrática, Luis Gómez Llorente que conviene releer y recuperar. Las ideas de Rosa Luxemburg son clarividentes, criticando el verticalismo y la burocracia. Afirmaba “en todo lo que miro, veo marxismo”. El tiempo no ha hecho sino confirmar las tesis de la espartaquista.
He comentado, con cierta extensión, el breve ensayo de César M. Arconada para que el lector disponga de un botón de muestra del interés de “Octubre” y procure hacerse con varios números para analizarlos y extraer sus propias conclusiones. Hoy es posible hacer estas consultas, fácilmente, en las hemerotecas virtuales.
Por razones de sobra conocidas, varias docenas de intelectuales y escritores de evidente interés, nos resultan desconocidos ya que se nos ha privado de su conocimiento y se ha intentado borrar sus huellas.
Este palentino, que perteneció a la Generación del 27, aunque numerosos manuales ni siquiera lo mencionen, estuvo muy vinculado a las vanguardias y, posteriormente fue un representante destacado del realismo socialista.
Escribió en periódicos como el Diario Palentino. Su cultura y formación fue amplia y diversificada. No es infrecuente encontrar –si saben buscarse adecuadamente- artículos y ensayos sobre música y cine. Opina y, con criterio, sobre Debussy o Greta Garbo. Su compromiso político le conduce a escribir “La turbina” de inequívoca tendencia social.
Otra faceta suya es la periodística. Colaboró en primer lugar en el Diario Palentino y más tarde fue redactor-jefe de la Gaceta Literaria. Su firma aparece con asiduidad, no sólo en “Octubre” como hemos indicado, sino en Leviatán, Mundo Obrero y otras publicaciones.
En varias de sus novelas denuncia la explotación de campesinos, jornaleros y las estructuras feudales que perviven y se conservan en los latifundios extremeños, andaluces y en las zonas rurales.
No quiero dejar pasar la ocasión de mencionar su novela “Rio Tajo” (ganadora del Premio Nacional de Literatura 1938), que no sería publicada en nuestro país, por motivos fáciles de imaginar, hasta 1978, en una cuidada edición de la Editorial Akal. Hubo que esperar a la desaparición del dictador para tener acceso a este texto, donde describe, con pasión y fuerza, el heroísmo popular durante la sangrienta contienda.
En su exilio en la URSS, fue director de la edición en castellano de la revista Literatura Soviética, que dedicaba un amplio espacio a lo que ocurría en nuestro país y a la literatura de resistencia que iba abriéndose camino. Asimismo, estuvo vinculado a la Editorial Progreso, que realizó una labor de difusión de obras de contenido político y literario en castellano que se difundió, especialmente, en algunos países latinoamericanos.
Aparte de cuánto hemos venido comentando, todavía algunos libros de César M. Arconada siguen sin publicarse. Como su biografía del dirigente comunista José Díaz o Andanzas por la nueva China, un conjunto de relatos periodísticos, que merece la pena conocer, para asistir a los primeros pasos del gigante asiático,
Creo que es muy útil rescatar y sugerir lecturas de hombres y mujeres republicanos, cuyas huellas pretendieron borrar, sin conseguirlo. Es oportuno recordar sus esfuerzos para crear al hombre nuevo, como solían afirmar.
Ya el viejo Aristóteles en su “Política” dejó sentado que el hombre es un ‘ser que vive en la polis’ y necesita de los demás. Defender la ciudad, el barrio y lo público es tarea de todos y, todos de una forma u otra, hemos de contribuir al gobierno de la ciudad.
Los totalitarismos ayer y, los populismos reaccionarios hoy, son portadores de ideas burdas y brutales, tediosas y hediondas… mas calan en los sectores más vulnerables, menos exigentes y más proclives a las recetas fáciles.
Es por eso que la memoria juega un papel y una función tan importante. Hay que otorgarle el valor que tiene ya que junto con el lenguaje, forma parte esencial de nuestra identidad.
Es una obligación de memoria traer al presente a aquellos que fueron silenciados, vilipendiados, desterrados, encarcelados o asesinados… a fin de que su obra pueda ser conocida y valorada.
Hemos vivido un largo crepúsculo y ya es momento de recordar que hubo albas luminosas antes de la obscuridad. El búho de Atenea, con su sabia mirada, ha permanecido oculto, más aguarda el momento para reaparecer y reemprender el vuelo.
Hay mucho, todavía, por indagar de nuestro ayer. Sin memoria de lo que fuimos no podremos ni avanzar dialécticamente, ni hacer que sea fecundo el dialogo entre el pasado y el presente, imprescindible para encaminarnos con paso firme hacia el porvenir. Lo que fuimos hemos de tenerlo presente para saber de dónde venimos y hacia donde pretendemos encaminarnos.
Antonio Chazarra Montiel
Profesor Emérito de Historia de la Filosofía, Colabora o ha colaborado en revistas de pensamiento y cultura como Paideía, Ámbito Dialéctico, Leviatán, Temas de Hoy o la Revista Digital Entreletras.
Ha intervenido en simposios y seminarios en diversas Universidades, Ha organizado y dirigido ciclos de conferencias en la Fundación Progreso y Cultura sobre Memoria Histórica, actualidad de Benito Pérez Galdós, Marx, hoy. Ha sido Vicepresidente del Ateneo de Madrid.
Lo último de Antonio Chazarra Montiel
- Alejandra Pizarnik (1936/1972): angustia metafísica y desolación
- Álvaro Florez Estrada (1766/1853): Un patriota de una pieza que nos legó una senda constitucional... a transitar
- Gianfranco Pasquino: un politólogo italiano… que deja una puerta abierta a la esperanza
- Isidoro de Antillón (1778-1814): Antiesclavista, ilustrado y diputado por las Cortes de Cádiz
- Recodando y homenajeando a Horacio Hermoso Araujo, último alcalde republicano de Sevilla