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Collect Pond, la apestosa laguna de Manhattan, y el origen de Canal Street


(Tiempo de lectura: 4 - 7 minutos)

Huyendo de la guerra contra los franceses que condujo a la independencia de Haití, en 1793 llegó a Estados Unidos el agrimensor y arquitecto francés Joseph François Mangin. Contaba con la protección del muy influyente secretario de Estado Alexander Hamilton y, como resultado de tamaña recomendación, miel sobre hojuelas: el Gobierno federal lo contrató para diseñar fortificaciones para el puerto de Nueva York, una previsión más que loable habida cuenta el destrozo causado en la ciudad por los navíos británicos durante la Guerra de Independencia.

Pero además de fortificar Governors Island, a Mangin, arquitecto hábil, nunca le faltaron encargos. Entre otros diseñó el primer teatro de la ciudad, la antigua catedral de San Patricio en Mulberry Street, y la primera prisión estatal de Nueva York en Greenwich, apenas una aldea en las orillas del río Hudson, la cual, absorbida por el arrollador crecimiento de Nueva York, se convertiría en Greenwich Village.

En 1797, habida cuenta de que no existía un plano oficial, el Consejo Municipal de Nueva York decidió saber cómo demonios estaba distribuida la ciudad. El Consejo encargó a los topógrafos municipales Casimir Goerck y Mangin que cartografiaran como es debido las calles de la ciudad. Goerck murió de fiebre amarilla, pero Mangin completó el trabajo y en 1803 entregó al Consejo un precioso grabado con el primer callejero conocido de la ciudad.

El mapa no solo mostraba las calles existentes, sino también, en sus propias palabras «la ciudad […] como debería ser». Dicho de otra forma, el imaginativo Mangin no solo había levantado el primer mapa de Nueva York, sino que, sin que nadie se lo pidiera, había realizado lo que llamaríamos un Plan General de Ordenación Urbana. Mangin, en definitiva, imaginó lo que había de ser Manhattan.

Es sorprendente la precisión con la que se ajusta el mapa de Mangin a la realidad urbana actual del extremo sur de Manhattan, cuyo extremo norte se cerraba con una gran laguna proporcionalmente mucho mayor que varias de las manzanas de la ciudad, al margen de la cual Mangin proyectó hacia el noreste una gran carretera de salida, convertida hoy en la rectilínea Bowery Street.

Si uno, mapa de Mangin en mano, proyecta su contorno sobre un mapa actual, comprobará que donde estuvo la laguna puede superponer cómodamente, además de un buen pedazo de Chinatown, varios parques hoy céntricos y antaño suburbiales: City Hall, Play, Columbus y Collect Pond. Este último, creado en 2012, es el único que lleva el nombre de la antigua laguna.

Según el mapa de Mangin, al pie de Bayard Mount (con tan solo 34 metros era la colina más alta del bajo Manhattan) y del montículo Chalk Point (un gigantesco basurero formado por las conchas de ostras dejadas por werpoes y lenapes, los indígenas pobladores de Manhattan), la laguna ocupaba una depresión de unas 190 hectáreas (dos veces y media el tamaño del madrileño estanque de la casa de Campo). Aquel hermoso cuerpo de agua tenía unos 18 metros de profundidad máxima (el de la Casa de Campo tiene una cota máxima de 4,5) y era alimentado por un manantial subterráneo.

Este mapa de Collect Pond, de autor desconocido, es un pantallazo de la página 73 del libro History of the city of New York: externals of modern New York. Dominio público.

El nombre de la laguna, Collect Pond, deriva de "kolch" (lagunazo), que le dieron los colonos holandeses del XVII. Después de que los ingleses capturaran New Amsterdam (1664), el nombre se corrompió fonéticamente al inglés y paso a ser “collect”. Durante los siglos XVII y XVIII, los prados que rodeaban Collect Pond eran un lugar muy usado para meriendas campestres durante el buen tiempo, mientras que el vaso se utilizaba para patinaje sobre hielo en invierno.

Por entonces, la laguna todavía estaba lo suficientemente limpia como para abastecer de agua potable a Manhattan (quien no la hervía, palmaba, claro) y una parte, conocida como "Cow Bay", era utilizada como abrevadero de vacas. En el XIX las cosas empezaron a cambiar a peor. Como de costumbre, en nombre la economía y de la creación de empleo, las orillas fueron ocupadas por varias tenerías y fábricas de cerveza, incluida Coulter's Brewery, o The Old Brewery, que más tarde, durante las décadas de 1830 y 40, se ganó la reputación de ser el edificio de apartamentos más infecto de Nueva York. Las marismas que rodeaban Collect Pond comenzaron también a ser utilizadas como pudrideros del ganado muerto y de los miles de caballos de la ciudad.

En pocos años, lo que fue una hermosa laguna se transformó en una alcantarilla pestilente peligrosa para la salud. El ingeniero militar francoestadounidense Pierre Charles L'Enfant propuso limpiarla y convertirla en una pieza central de un parque recreativo alrededor del cual podrían crecer las áreas residenciales de la ciudad. Estaba muy bien, pero “desperdiciar” 190 hectáreas de terreno que podrían dedicarse a viviendas no les pareció apropiado a los munícipes especuladores que pretendían controlar en su beneficio el imparable crecimiento de la ciudad.

La propuesta L'Enfant fue rechazada. A cambio, se decidió cegar la laguna a base de arrojar miles de carretadas de áridos. Para conseguir materiales no tuvieron que ir muy lejos. En buena medida la rellenaron nivelando Bayards Mount y Chalk Point. En 1805, antes de empezar a volcar tierra y conchas de ostras, los iluminados proyectistas abrieron un canal de cuarenta pies de ancho para drenar las infectas aguas: una vez soterrado, nació Canal Street.

El vertido de materiales se completó en 1811 y, sin más demora, los munícipes se fueron a lo que de verdad interesaba: el ladrillo. Se construyeron cientos de viviendas para clases medias y altas en la tierra recuperada. Jauja, o, mejor dicho, el paraíso, porque los promotores tuvieron la brillante idea de llamar al nuevo barrio Paradise Square.

Pero hete aquí que, con las prisas, el vertedero resultó estar mal diseñado y peor sellado. Al descomponerse, la materia vegetal sepultada comenzó a liberar metano y como la zona urbanizada, que yacía en una depresión natural y seguía siendo alimentada por el manantial subterráneo, carecía de una adecuada red de alcantarillado, el aire se volvió irrespirable.

El parque Collect Pond está enclavado en el corazón de la antigua laguna de Manhattan. Creative Commons.

Convertido en un pozo de barro humeante, el terreno se hundía poco a poco, las casas se movían sobre sus tambaleantes cimientos como flanes, las calles sin pavimentar estaban enterradas por una cuarta de barro mezclado con excrementos y el olor era nauseabundo. Solo había unos habitantes felices: los mosquitos, que, criados a millones en las pútridas charcas creadas por la falta de drenaje, estaban encantados merendando a costa de miles de ratas y de otros tantos vecinos.

En un proceso de gentrificación al revés, los habitantes de clase media y alta tomaron las de Villadiego y dejaron el vecindario listo para ser ocupado por inmigrantes pobres que comenzaron a llegar a principios de la década de 1820. Esta afluencia tuvo su auge en la década de 1840, cuando se instalaron allí cohortes de esclavos negros recién liberados y legiones de católicos irlandeses que huían de la hambruna de la patata. La mezcla era asombrosamente ecléctica…, y explosiva.

En la década de 1830, Paradise Square se había convertido en el famoso Five Points, un barrio marginal, extremadamente pobre y peligroso, que sirvió de escenario para la película de Scorsese Gangs of New York. Pero esa es otra historia.

Catedrático de Universidad de Biología Vegetal de la Universidad de Alcalá. Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Granada y doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid.

En la Universidad de Alcalá ha sido Secretario General, Secretario del Consejo Social, Vicerrector de Investigación y Director del Departamento de Biología Vegetal.

Actualmente es Director del Real Jardín Botánico de la Universidad de Alcalá. Fue alcalde de Alcalá de Henares (1999-2003).

En el PSOE federal es actualmente miembro del Consejo Asesor para la Transición Ecológica de la Economía y responsable del Grupo de Biodiversidad.

En relación con la energía, sus libros más conocidos son El fracking ¡vaya timo! y Fracking, el espectro que sobrevuela Europa. En relación con las ciudades, Tratado de Ecología Urbana.