El irredentismo italiano
- Escrito por Eduardo Montagut
- Publicado en Historalia
Se entiende por irredentismo italiano (“Italia irredenta”, la Italia no rescatada) al movimiento de opinión y político italiano, surgido después de la unificación del país y que se desarrolló en el siguiente siglo. El irredentismo reclamaba la incorporación al nuevo Estado de Italia de aquellos territorios con población de habla italiana, que habían quedado bajo el control del Imperio austrohúngaro. Los irredentistas pretendían que Italia alcanzara lo que llamaban sus “fronteras naturales”.
Se reclamaba, principalmente Trieste, Fiume, Alto Adige y el Trentino, así como la península de Istria, aunque luego veremos como se ampliaron los territorios a reclamar.
La primera formulación organizativa del irredentismo se realizó a través de la Associazione in pro dell’Italia irredenta, del año 1877, es decir, poco tiempo de la unificación. El problema se generó para el gobierno italiano cuando Roma decidió acercarse a Berlín y Viena, al encontrarse enemistada con París por el choque de Italia y Francia en el norte de África. Italia entró en la Triple Alianza en 1882, para gran satisfacción de Bismarck, el diseñador de todo el complejo entramado diplomático del momento. El sentimiento antiaustriaco era muy fuerte en Italia, y el irredentismo se convirtió en un fuerte poder de oposición a los gobiernos, creando comités y organizaciones. Esto provocaría que Crispi decidiera en 1890 perseguir al irredentismo para no crear problemas diplomáticos.
Con el cambio de siglo el irredentismo no sólo no perdió fuerza, sino que alcanzó su cenit. El patriotismo de sectores a la derecha, con personajes como D’Annunzio o Corradini, llevó a graves disturbios en Trieste en 1913, justo antes del estallido de la Gran Guerra.
Aunque, en un principio, Italia decidió no entrar en el conflicto, el sentimiento del irredentismo debe ser tenido en cuenta como un factor decisivo que terminó por inclinar a su gobierno a optar por la causa aliada, rompiendo la vieja alianza con los Imperios Centrales. Los aliados prometieron satisfacer los deseos italianos sobre los territorios irredentos.
Pero la victoria no satisfizo completamente estos deseos. Wilson, fiel a sus principios contenidos en sus Catorce Puntos, no era partidario de que todos los territorios se incorporaran a Italia. En consecuencia, el irredentismo cobró un impulso evidente, y cuya manifestación más evidente fue la ocupación, liderada por D’Annunzio con sus arditi del Fiume en septiembre de 1919, que no había sido entregado a Italia. D’Annunzio declaró el Estado Libre de Fiume, con claras connotaciones prefascistas, aunque el intelectual y político no puede ser encajado completamente en el fascismo de Mussolini, aunque éste tomara aspectos de las ideas de D’Annunzio, y debe ser considerado, en todo caso, como un precursor. El gobierno italiano se alarmó. D’Annunzio declaró la guerra a Italia, en lo que se ha conocido como la “Navidad Sangrienta” por los enfrentamientos entre el ejército italiano y las fuerzas de D’Annunzio, hasta que se rindió.
El fascismo de Mussolini tenía un evidente componente de irredentismo. Es más, incluyó como territorios que debían ser devueltos a Italia, Saboya y Corfú. Como no consiguió ninguna pretensión con revisiones diplomáticas esperó que con la declaración de guerra a Francia en 1940 conseguiría sus objetivos.
El irredentismo tuvo un último resurgir entre 1947 y 1954 en relación con el asunto de Trieste, porque, además, hubo una serie de cambios sobre los territorios entregados a Italia al terminar la Gran Guerra, y que terminaron en Yugoslavia como Istria.
Eduardo Montagut
Doctor en Historia. Autor de trabajos de investigación en Historia Moderna y Contemporánea, así como de Memoria Histórica.
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