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Recaredo y su conversión. III


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En el III Concilio de Toledo, convocado por el monarca Recaredo en el mes de mayo del año 589, el núcleo de la reunión giro, por supuesto, sobre materias de fe, dirigidas a defender la Trinidad, es decir, la consustancialidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que rechazaban los arrianos. Se anatematizó, en todos sus puntos, la doctrina defendida por Arrio el obispo hereje, que murió excomulgado y envenenado, en el año 336, después de ser condenado por el concilio de Nicea – presidido, como ya sabemos, por el emperador Constantino, en el año 325 – en el que se defendió la consustancialidad de las tres personas divinas (“homo-ousion”, de la misma esencia). En el concilio, se admitió la presencia de los representantes del pueblo godo (“omnis gens gothorum”), pero también de los representantes de los suevos (“suevorum gentis infinita multitudo”) en la unidad de la fe y, contra cualquier otra herejía. La conversión de Recaredo repercutió en la Narbonense, donde también se convocó un concilio en la capital, con asistencia de los ocho obispos de la provincia, para aceptar las directrices del monarca.

El éxito de la política religiosa de Recaredo, no parece haberle ayudado mucho en la cuestión territorial, pues no tuvo nunca ninguna de sus fronteras aseguradas, ni contra los bizantinos en el sureste, ni en el norte. Pero intentó aproximarse al emperador de Oriente, después de unos primeros de conflictos, según Isidoro, originados por las insolencias de los romanos. Además, Recaredo, fue el monarca que pidió al Papa de Roma, una copia del pacto que Atanagildo, había llevado a cabo con los emperadores y, por el que, supuestamente, se les cedían los territorios que ocupaban, a lo que el Papa respondió, con la excusa de que se habían quemado. Pero que sepamos, no se llevaron a cabo acciones importantes contra sus territorios, aunque con su conversión, se había atraído a obispos y familias de la Marca (territorio bizantino) que no veían con buenos ojos, la política religiosa del emperador Justiniano.

Finalmente, las relaciones de Recaredo con los francos fueron muy convulsas y, fracasaron todos los intentos, de establecer con ello acuerdos permanentes, sellados por una política de matrimonios. A la muerte de Recaredo en el año 601, el dominio territorial no estaba del todo consolidado. Por desgracia, al finalizar entonces, la obra de Juan de Bicarlo, nos quedamos sin una fuente importante de documentación, que apenas pude ser suplida por la de Isidoro y, los datos más coyunturales de la “Historia Wambae” de Julián de Toledo. O la del burgundio Fredegario.

Por suerte, contamos con abundancia de detalles de toda índole, recogidos en los concilios y, las leyes, que se convierten así, a partir de este momento, en nuestras principales fuentes de información. De Isidoro deducimos que el hijo de Recaredo y de la reina Bado, Liuva II, apenas se mantuvo dos años en el trono. Su destronamiento, fue fruto de una conjura, protagonizada por aquel Witerico (603-610) a quien le tembló la espada y denunció a sus compinches, en la conjura contra Masona, que tenía el cargo de “dux” y, contaba ahora, a su vez, con el obispo Masona (cosas veredes…) y el conde Claudio de Mérida, frente al joven monarca, al que asesinó después de cortarle la mano derecha, cuando esta tenía sólo veinte años. Una vez más, la tendencia hereditaria de la monarquía se vio frustrada, por la tradición golpista de la nobleza goda, el llamado entonces “morbos gothorum”, o enfermedad de los godos, que, en los siguientes cuarenta años, permitió mantenerse en el trono hasta ocho monarcas, demostrando así, la fragilidad de la institución.

Sin embargo, quienes primero mataron y, después, asumieron el gobierno del reino, no lo hicieron por razones religiosas, ni étnicas, pues cada uno de los reyes que actuaron de esta manera, se cuidaron de convocar inmediatamente concilios, en los que fueron ratificados en el poder, tanto por la nobleza goda como por la romana.

Pues eso.

 

Nacido en 1942 en Palma. Licenciado en Historia. Aficionado a la Filosofía y a la Física cuántica. Político, socialista y montañero.