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Las Asturias socialistas


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Las Asturias socialistas Mi discípulo y amigo Abel inició su trayectoria de posgrado hace quince años. Había empezado trabajando sobre las formaciones centristas en el Principado durante la transición. Por aquel entonces celebramos el V congreso internacional de la Asociación de Historiadores del Presente que habíamos fundado hacía diez años. Quisimos avanzar sobre la frontera final convencional de la transición situada entonces y hoy todavía en 1982. Los historiadores habíamos contribuido a fijarla en 1982 gracias a la labor de mi maestro Javier Tusell en congresos internacionales celebrados desde 1988, como el que coordinamos sobre la Oposición al franquismo, con el patrocinio de los ministerios de Cultura, Educación y Exteriores. Acabada de celebrarse también por los historiadores el cincuentenario de la Guerra Civil, aunque la administración socialista y el mismo Felipe González había sido renuente a la conmemoración debido a las políticas de reconciliación y echar al olvido el pasado. Un error de las políticas públicas de uso del pasado y para la memoria democrática, que pronto empezaría a corregirse con políticas de recuperación de baja intensidad que fueran más allá del retorno de la obra de los exiliados y los supervivientes, casi todos de la segunda generación del exilio, la mayoría hijos, antiguos clandestinos o emigrantes politizados en el tejido asociativo oficial, sindical o privado de los españoles de la diaspora.

Asturias socialista era un mito y una realidad que había tenido muchos momentos históricos a lo largo del siglo XX, empezando por el liberalismo radical, el socialismo utópico, el republicanismo federal, la primera internacional o el socialismo organizado. La labor cooperativista, reformista y sindical socialista de Llaneza, apoyada hasta cierto punto por Indalecio Prieto desde Bilbao había tenido también una impronta principal. De hecho, la federación vasco navarra y, en menor medida, la asturiana debido a las escisiones de las Juventudes y de algunos históricos socialistas en el PCOE habían limitado el parlamentarismo de los asutrianos, como demostraron David Ruiz o Adrián Shubert, entre otros. Los anarcosindicailstas también habían arrraigado en tierras asturianas en Gijón y otros lugares. Pero también el sindicalismo agrario republicano y católico, que, a partir del Trienio bolchevique y la crisis de la Restauración se extendería entre los campesinos y mixtos, adscribiéndose al sociamismo, patorcinado también en Cantabria por Matilde de la Torre.

Esta alianza entre mineros, portuarios, metalúrgicos, campesinos mixtos e incluso campesinos pobres o medianos durante los años republicanos permitiría que triunfara la revolución democrática socialista al ganar el Frente Popular las elecciones en Asturias y la zona costera y el eje central de la provincia de Santander. Los gobiernos frentepopulistas de Asturias-León y Santader-Burgos fueron presididos por obreros socialistas, patticipando también en los de coalición con los nacionalistas vascos. Entre Febrero de 1936 y octubre de 1937, un año y medio, guiados por Largo Caballero e Indalecio Prieto, el frente norte resistió y realizó avances socialices y sindicales en el régimen republicano, sin llegar a experimentar apenas las colectivizaciones. No obstante, el cooperativismo y sindicalismo agrario socialista encuadró a decenas de miles de norteños en Guerra, expropiándose tierras y otros bienes inmuebles de los desafectos o especialmente multipropietarios, e implantando contribuciones extraordinarias de Guerra. Hubo, también, violencia anticlerical tras siglos de clericalismo, pero el culto siguió abierto. Algunos párrocos vinculados con los caciques fueron asesinados o se refugiaron, cruzando la cordillera o escondiéndose. La venganza en 1937 alcanzó tintes genocidas contra los emigrantes castellanos trabajadores de las minas o los que hubieran tenido un cargo político, sindical o administrativo local. Los mixtos o campesinos locales afiliados pero no demasiado significados fueron internados en campos de concentración en espera de ser clasificados, movilizados en el ejército franquista e encrtados. Un hermano de mi abuela Inés Prieto o su primo hermano Gandarillas fueron concentrados, aunque pronto recuperaron la libertad. Mi abuelo, retirado del frente poco antes de la caída de Torrelavega y la entrada de los carlistas navarros en Penagos y Pámanes, bastión socialista desde 1903. Se escondió en una cueva, aunque pudo ver a su hija recién nacida. Lo que no salvó fue su pistola de plata, traída de su vida noramericana entre 1918 y 1925, y la vida de su yegua blanca preñada. Muchos de sus amigos fueron encarcelados, huyeron o algunos se escondieron el cabañas o sótanos. A uno le obligaron a salir del escondrijo amenazando matar a su padre, aunque pudo avisarle un día antes del asesinato en plena galerna. Otro de la Casa Campesina de UGT estuvo huido durante años, hasta que en 1947 mataron a Joselón, su amante y hermano. La Brigada Malumbres, formada tras la muerte del Cariñoso y el incendio de Santander de 1941, siguió actuando hasta 1947, contactando con la federación socialista clandestina.

El tercer octubre de José Mata en 1948, rescatado junto a otros 28 guerrilleros y enlaces, y alguna compañera, a iniciativa de Don Inda, cerraba otros dos que se remontaban a la insurrección restauracionista de la república de la coalición republicano-socialista con presidencia parlamentaria del PSOE de 1934 o la caída final del Frente Norte en 1937.

Ahí empieza el libro del doctor González que en apretada síntesis llega al tardofranquismo para recuperar la historia de la reestructuración de la histórica Federación Socialista Asturiana, con apoyo de retornados de primera y segunda generación del exilio, incorporación de universitarios izquierdistas o reactivación de militancias históricas, que había empezado con el retorno de las minas belgas del minero Otilio y su incorporación junto a un zapatero a las ejecutivas federales socialistas clandestinas, todo ello bajo la supervisión de un abogado socialista con minusvalía en las piernas.

Pronto una asutiana venida de Mécico entraría en la ejecutiva ugetista en el primer congreso celebrado por los socialistas y ugetistas, todavía en la ilegalidad, en abril de 1976, que invistió formalmente a Redondo como secretario general y que mantenía en la dirección del sindicato a media docena de exiliados de primera o segunda generación o antiguos clandestinos de posguerra. Nada que ver con la ejecutiva salida de Suresnes, aunque pronto, aparte del activísimo Juan Iglesias, patrocinador de Amat en 1953 tras el homicidio en comisaría del secretario general socialista Tomás Centeno, se incorporó en la del PSOE a un miembro del gobierno frentepopulista de Asturias presidido por Belarmino Tomás. Rafael Fernández sustituía a Miguel Boyer a comienzos de 1977, dimitido antes de la convocatoria de elecciones por sus compromisos profesionales y su deriva socialliberal desde su inicial marxismo en tiempos de la ASU y Juventudes hasta 1965. La dificultad de compaginar vida universitaria, militancia y trabajo profesional en la Administración me parece que tuvo algo que ver en todo ello. También era una forma de paliar las críticas internas tras la dimisión de Bustelo Castellano y pronto de Gómez Llorente, así como la desilusión de los históricos que no pudieron ver al andaluz Fernández Torres de presidente, ante el protagonismo de más de veinte años en la clandestinidad de Ramón Rubial, salido de la cárcel en 1956 y sacrificado pese a una perspectiva de emigración a México. Rafael Fernández casado con la impulsora del secretariado femenino desde México, Pura Tomás, hija del histórico Belarmino, presidente de la cuasi federal Asturias y León de 1937, pasaba a presidir la preautonomía del Principado y a ser alternativamente presidente y secretario de la Federación Socialista, sustituyendo a los jovencísimos militantes, como Sanjurjo, que habían recogido el testigo poco antes de la muerte de Franco. Sin embargo, Fernández, que incorporó a antiguos militantes de la época de la guerra, se vio poco a poco marginado, teniendo que ceder la presidencia de Asturias al un intelectual y escritor socialista y regionalista, que es colaborador y protagonista principal del libro de Abel. Y ahí lo dejo, porque es mejor leerle en esta segunda Asturias Socialista que se mantuvo, como la propia primera época socialista de Felipe, hasta 1995. La histórica Federación mantuvo el nombre y nunca se denominó partido, siguiendo o no las instrucciones del vicesecretario general, Alfonso Guerra, y realizando una división del trabajo entre la administración autonómica, el partido y el sindicato, pese a que, al modo británico, el SOMA dominaba a la Federación Socialista. Parece que seguirá activa la tercera época socialista.

 

Abdón Mateos López (Madrid, 1960) es un historiador español. Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en Madrid, dirige el Centro de Investigaciones Históricas de la Democracia Española y la revista semestral Historia del Presente. Fundador y presidente de la Asociación de Historiadores del Presente desde el año 2000.

Desde el año 2007 es responsable en la UNED de la Cátedra del exilio. En el año 2008 obtuvo la acreditación nacional de Catedrático de Historia Contemporánea. En el año 2009 obtuvo un segundo año sabático en Roma en la Universidad LUISS, financiado con la convocatoria nacional de Movilidad, y la Universidad de Las Palmas.

Actualmente dirige el proyecto de la Cátedra del Exilio (2011-16, patrocinado por el Banco de Santander) Emigrantes y exiliados en América después de la guerra civil. La construcción de una ciudadanía democrática, así como el proyecto de investigación del Ministerio (2012-16) "Historia del PSOE. Construcción del partido y reformismo democrático, 1976-1990".

Fue secretario general de ASU en Madrid.

Ha publicado recientemente Historia del PSOE en transición. De la renovación a la crisis (Madrid, Sílex, 2017).